¿Has visto algo más bonito que esto? ― Me baja y me
señala.
No pude evitar
abrazarme a él y contemplar el extenso mar. Se divisaba toda la ciudad también.
Pero el mar me encandiló. Que pequeños y frágiles somos ante la naturaleza. Se
ve grandioso el mar desde aquí arriba. No necesitábamos decirnos nada. Los dos
observábamos con el mismo respeto esa inmensidad de agua salada. El aire nos
azotaba con fuerza como si quisiera mostrarnos lo diminutos que éramos a su
lado.
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